Capítulo XXXI: - Troll

Cae la tarde, roja y espesa, como la recién derramada sangre de las innumerables vícitmas de la eterna y vana  guerra. Ya las densas sombras de los pinos se alargan hacía el sólido puente de piedras negras; el obligado pasaje que une y separa al mismo tiempo, los reinos del fuego y de la nieve.

En uno de sus extremos, un pequeño grupo de siluetas se destaca, inmóvil en el tibio aire que sube desde el rumoroso río. Espectantes vigilan ambas márgenes de la costa, alertas los sentidos en busca de posibles enemigos.

De pronto, un rumor entre los árboles, una sombra que se mueve en la espesura, hace que se crucen rápidas miradas. El pelirrojo guerrero, prepara su lanza con un rápido movimiento.

- Pará, pará... - dice el mago ubicado a su lado - es nuestro...

El arquero llega, veloz, por el camino. Unos pocos metros atrás, la inmensa mole de su mascota lo acompaña. Cubierta la áspera piel de sudor y rojo polvo de desierto, henchidos los poderosos músculos bajo el pequeño taparrabos que a duras penas contiene el abultado vientre, el Troll detiene su pesada marcha con un resoplido.

- Ola - saluda el joven cazador. - q asen ? - inquiere sonriente.
- Tamos viendo - responde Luca, poniendo a un lado su lanza. - Dicen que iba un grupo para F. Por ahi salimos para Meni...
- lla bengo - dice de pronto el arquero. Luego fija la vista al frente, perdida la mirada,  y se sumerge en un profundo silencio.

Los minutos pasan lentamente. El grupo comienza a impacientarse. De pronto el Troll recuesta el peso sobre una de sus gruesas piernas, e inclinandose levemente hacia un costado, descarga una sonora flatulencia que sacude con su estruendo  la tranquila tarde.

- Fuaaa, que hijo de puta - se indigna Richox, sabio conjurador de los Centinelas Nocturnos, lanzando instantaneamente el arcano conjuro de Disipar en Masa.
Un caballero abanica el aire con su escudo, tratando de alejar el insoportable hedor emitido por el voluminoso mounstro.

- Alejate un poco capo - le recriminan al ser que sonríe burlonamente.

- ¿Y que quieren que haga ? No me puedo mover cuando este pelotudo se queda asi. ¿Por que no se van un poquitito todos a la reputa que los parió ?
- Epa epa... - responde Luca - bajá un cambio loco.
- Pero vos colorado puto, por que no vas a hacerte empomar por un guardia de muralla, vos y todo tu clan de forros.

El ruido de las armas desenfundadas retumba en las piedras del puente. Un báculo se enciende en rápidas llamas.

El Troll rie groseramente, aferrando su hinchada barriga con ambas manos.

- Aahh jajajaj ... boludos.. ¿ Que me van a hacer ?  ¿ Me van a atacar ? jaja ¿ Que se creen que es esto, el coliptseo ? jajaj frikis, salgan a la calle, get a life... no tienen vida social...

- Pará Luca - dice Reinaldo Ghor apoyando la mano en el hombre del bárbaro que inútilmente trata de golpear al ser con su lanza. - no le des bola que es peor.

- Si si,  hacele caso a pollerita ... pi pi pi - se mofa, haciendo con su mano un gesto que imita, quizás, el pico de una grifonita abriendo y cerrandose.

Desde el lado alsirio del puente, se escucha el galope de un caballo. Pronto se dibuja la veloz figura de Albus Camus, preclaro tirador del verde reino.

- Vienen cabras, son bocha, acá comemos -  se lamenta.
- Uy... hoy hay oferta de pelotudos parece - bardea abiertamente el Troll - ¿Se juntan para practicar, o le sale asi nomás?
- Y al gordo este que le pasa ? - responde asombrado Camus.
- Este es gordo- gruñe la bestia llevando sus manos bajo el sucio taparrabos.

Arrodillado en el piso, Ricota escucha con atención los rumores de la tierra, sacudidas por las pisadas de los enemigos que se aproximan.
- Ya vienen - murmura - Son unos diez creo.. que hacemos ... plantamos ?

Luca se para frente al Troll, que le hace gestos con su fea cara, sacando la lengua, poniendo los ojos en blanco, babeando idiotamente. De pronto el guerrero, sonríe y le guiña un ojo al Troll.

- Na... vamos, se los dejamos acá al amigo.

El grupo se aleja rápidamente, acompañados por los ácidos reproches del mounstro que los adjetiva profusamente, tildaldonlos sin pausa de putos, cagones, petes, maricas, y otra serie de epítetos irreproducibles.

Un fornido enano se acerca a la carrera, esgrimiendo una pesada lanza. Tras el, un grupo de feroces Utghars avanza amenazadoramente.

El Troll vueve la vista hacia el cazador, que continúa estático contemplando la lejanía. Incapaz de defenderse sin las órdenes de su amo, solo le resta insultar a los enemigos.

- Dale enano, prendete de esta que te queda justo a la altura, y vos cornudooo sabes lo que está haciendo tu esposa en Birka ahora !!!

El enano lo contempla extrañado, sin comprender el desconocido lenguaje, y alza su arma para dar el primer golpe.

- La puta madre ! -ruge el Troll, y rie locamente...