Luca

Luca es un Bárbaro del reino de Syrtis, en el mágico mundo virtual del juego Regnum On Line, de la empresa argentina NGD Studios.

Luca odia su rojo pelo, y este es el relato de sus aventuras en clave de humor.

(habilité los comentarios anónimos, así que escriban sin miedo... )

Capítulo XIV: Fuego y Metal, Carne y Sangre.

Una delgada pero inconfundible columna de humo, se alza, claramente recortada contra el díafano cielo, colgando casí inmóvil en el silencioso mediodía. El bárbaro, sin detener su rítmica carrera, contempla con angustia la ominosa señal, certero signo de que ya ha comenzado el cotidiano acto.

Ha empezado ya, la eterna danza del fuego y el hierro, la carne y la sangre. El chocar de los metales, cortando, desgarrando ávidadamente, en insaciable codicia. Los instintos más primitivos desatados en un frenesí salvaje, del cual quedaban, cual mudos testigos, sólo los blancos huesos secándose al sol. Muy a su pesar, el guerrero reconoce que también el es presa de tales pulsiones. Como un sordo rumor en su mente, una idea lo acecha a cada paso. Debe llegar a tiempo, o ya no quedará nada.

Luca embiste colina arriba, camino a la ruinosa Cúpula que fuera una vez el orgullo del reino, hoy mustios restos de un pasado de esplendor. Pasa, sin dedicarles siquiera una mirada, las pálidas y abandondas ruinas, concentrando su energía en el ultimo esfuerzo que requiera la subida final antes de alcanzar su destino. Al llegar a la cima de la lomita, mientras recupera el aire, contempla con ansiedad la más occidental de las fortificaciones del verde reino, el heroico fuerte Algaros.

Vacía está la tarima, y vacíos los puestos de los guardias a los lados de la puerta. Luca teme lo peor, haber demorado demasiado en su camino, habérselo perdido todo. Con sus últimas fuerzas desciende en desquiciada carrera la verde pendiente, entrando intempestivamente a la fortaleza.

Más tan solo una breve ojeada a su alrededor, relaja su crispado semblante, y con un suspiro de alivio, deja caer su exhaustos miembros. Ha llegado, por suerte, a tiempo.

- Dale Luquita, sentate que ya salen los choris...

Acalorado y sonriente, desde la humeante parrilla, que sisea con el inconfundible sonido de la carne cocinándose, Sir Ricotero le señala con un amplio gesto la larga mesa dispuesta en el patio, donde ya están acomodados, listos para el tradicional asado, los numerosos integrantes del clan, los Centinelas Nocturnos. Una amistosa doble hilera de alegres y enrojecidas caras le dan la bienvenida al pelirrojo guerrero, que aliviado ocupa un lugar en el extremo, casi junto a la sublime bandera del reino, que oronda flamea coronado el festín.

- Tomá pete, un vasito de tinto.

Una fraternal mano, deposita frente a sus ojos, la tosca pero amplia jarra de ornado metal, llena de un aromático y rojo vino. Luca cierra sus ojos, mientras se deleita con el sutil perfume. Con un rápido movimiento, da un gran sorbo al vulgar más noble recipiente. Un gesto de contrariedad cruza su rostro, mientras contempla con fruncido ceño el contenido. Volviéndose a su vecino, le dice.

- tá caliente che... no hay hielo?

Rápidas miradas se cruzan, la voz corre como una perdida flecha, rebotando de boca en boca, atraviesa la mesa en todas direcciones. La temida respuesta deja a los presentes inmersos en un mudo horror. No hay más hielo. El bárbaro no puede contener su amarga queja.

- La puta madre ¡

Capítulo XV: La era del Hielo




continuará...

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